
Fue ayer, durante el descanso de mi jornada laboral, a mediodía. Despues de comer mal, tarde y a rastras, sucumbí a la necesidad de un momento de recogimiento para olvidar el drama del estrés de la vida diaria.
¿Cómo hallar un lugar donde disfrutar del privilegio del reposo de la neurona guerrera? ¿Dónde poder abrir serenamente las páginas de la estupenda novela de Juan José Millás que me estoy leyendo? En el centro comercial de la ciudad...lloviendo...sin poder acudir a mi banco del parque favorito...
Lo hallé. A 100 metros de la oficina. Un café donde se respiraban compases de tiempo detenido. Las sillas de magnífico brocado dorado y las más finas sedas de anticuario. La mesa, amplia, de lujoso marmol de Carrara. El servicio amable, atento, sonriente... como si estuvieran allí para atenderme únicamente a mi... Y un té que me reconfortó el alma al bajar cálido por la garganta...
Bueno, despertemos del ensueño. La historía tendría que haber sido así para justificar la factura astronómica que adjunto. Un puto té con leche. Del malo. Con agua del grifo. Con leche del Día...en un local ruidoso y lleno de humo.
Debería ir contra mis principios, pero la próxima vez me voy al Starbucks.
Es lo que tiene trabajar al lado de Paseo de Gracia...
3 comentarios:
Pero a ver, ¿te crees que el té de Ceylan lo cultivan en el Prat? Coño, de Ceylan ha barna hay un trecho....¿donde pollas está Ceylan? ¿No será Sri-Lanka? Yo lo veo barato.
Fino.
Si, claro.... como que a ti ahora te han ascendido y te vas a convertir en un megapotentado... como que ahora renuncias a todos tus valores y creencias... como ya no perteneces a esta clase de sucios desheredados de la clase obrera...
¡SEISCIENTAS PELAS POR UN TÉ! ¿HAS VISTO.....??????
vergonzoso... no hay palabras.
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