En esta época, mediados de Octubre, se producen en las oficinas un fenómeno muy parecido al anticiclón de las Azores, la Lotería de Navidad. Parecido porque se produce cada año y porque nos anuncia que, en lugar del verano, la Navidad ya se acerca. Pero joder, estamos a Octubre todavía coño!!!!!! y tal como está el clima, aún duermo con gallumbos y la ventana abierta.
Pues bien, este fenómeno convierte a los compañeros de oficina en seres únicos, obsesionados en la compra de lotería y obsesionados en que todo el mundo compre lotería. Tengo una compañera que me ha venido con un trozo de papel, escrito a mano y un número de 7 cifras, y me suelta “¿Quieres participar en la lotería de Navidad?” Joder qué le puedo contestar a una loca que se cree que ese trozo de papel que lleva entre sus dedos vale dinero. Evidentemente le he dicho que no, a ella y al otro capullo, comercial él, que me ha soltado la puta frase “tío que si no metes vas a ser el único al que no le toque” “ojalá os toque, pero miles de millones, y os pireis al trópico, a ver si pilláis una fiebres tifoideas y os morís todos con la mierda hasta el cuello” he pensado.
¿Por qué narices la gente se vuelve tan estúpida con la lotería de Navidad? ¿Es el preludio a la estupidez de las fiestas navideñas? ¿Por qué pollas siempre que he comprado lotería de Navidad nunca me ha tocado nada? ¿Por qué el gordo de la navidad es en realidad el calvo de la Navidad
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