
Sentado tranquilo, haciendo nada,
la primavera llega, y el pasto crece por sí solo.
He caído en la cuenta de un detalle importante:
Da igual que abra todos los paraguas que existen en el mundo y que los reparta, extendidos, por campos y carreteras. Da igual que lo que se halle justo debajo de ellos viva en la ilusión de mantenerse seco.
Eso no conseguirá que deje de llover.
Tal vez ha llegado el momento de hacerse amiga de la lluvia.
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