domingo, 25 de enero de 2009

CREE A CASANDRA

Hay algo de fascinante en la figura de Casandra, aquella que predecía lo que pronto serían verdades y condenada a no ser creída por nadie. Casandra, que predijo la caída de Troya a través de sus sueños y visiones, no fue escuchada.

En este mundo de anestesia y complacencia, ya no escuchamos a nada y nos movemos guiados como autómatas por el son que más fácilmente nos marcan. Las verdades personales se vuelven relativas y nuestros principios son maleables como el estaño. Prestamos atención a nuevos dioses paganos que nos manipulan a su antojo (léase TV, dinero, hedonismo, consumo...), pero no escuchamos la verdad que nos cuenta el que tenemos cercano a nuestro lado.

Ignoramos al inconsciente colectivo. Ya no creemos en nosotros mismos, es demasiado cansado y más fácil que otro se invente nuestra propia vida. No tenemos fe en lo que nos dicen nuestros propios sueños y de este modo despreciamos a la Casandra que vive dentro de nosotros. Lo llamamos resignación o cinismo para soportar la realidad.

Recientemente, me han desvelado el posible mecanismo de los sueños premonitorios, y consiste en que nuestro subconsciente (ese que está tan escondido dentro de nuestro cerebro), es una esponja de información que desconocemos que sabemos. De esta manera, a veces vienen a nuestro consciente sensaciones o intuiciones imprevistas que nos sorprenden al hacerse realidad. No es nada sobrenatural, parece ser que de algún modo ya poseíamos esa información pero no sabíamos que estaba ahí.

De todos modos, aunque es mucho más poético pensar que nuestros sueños vienen a contarnos lo que sucederá, es más práctico irnos a dormir y pedirle a nuestro subconsciente consejo para afrontar el día siguiente. Al final, lo importante es escucharlo.

A veces funciona. Palabra de Casandra.



Casandra vio en sueños el futuro.
En la sombra de una pesadilla Casandra leyó
los versos de ese poema que aún no han escrito
los dioses que, riendo, la hirieron con su maldición.
Supo del hambre y de las guerras de siempre,
de bufones celebrando el odio, bailando entre hogueras,
de despedidas y de monstruos minerales
bebiendo insaciables la savia dulce del planeta.

Casandra vio a hombres y mujeres
dormitando en sus burbujas
tras las máscaras del miedo.
Mas también vio la luz del alba
asomar por la cancela que nadie jamás abrió.
Supo que aún quedaban esperanzas,
que otros sueños la esperaban.
Casandra habló a todos de sus sueños
mas nadie la oyó.

Nadie creyó en Casandra y sus visiones
y la gente sólo vio en su augurio delirio y locura.
La condenaron a vagar perdida y sola.
Herejía es mostrar la verdad descarnada y desnuda.
Abandonada tras los años la encontró
un muchacho que andaba buscando esperanza y respuestas.
Casandra habló con pasión de sus presagios
y de la luz del amanecer brillando tras la puerta.

—Creo en ti Casandra. No estás loca.
Se besaron y en su boca florecieron madreselvas.
—Dulce Casandra, ponte de pie.
—Yo te he conocido antes. Quizá te soñé.
Hay quien duda ya y cree en la leyenda.
Juntos buscarán la puerta.
Dulce mañana.
Yo, no se tú...
creo en Casandra.

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