¿Quién no querría volver a ser niño? Ver de nuevo a los padres como seres invencibles capaces de arreglarlo todo en el mundo, sentir que nuestra casa era un nido de monstruos y hadas, y el pequeño barrio, un planeta inexplorado. La inocencia nos ofrecía un futuro lleno de esperanzas que utilizaríamos para reparar todo mal causado por los mayores.
Sería hermoso volver a ser niño y sentirse acunado, volver a escuchar grandes historias contadas por los más viejos, y lo mejor de todo: creérnoslas con los ojos abiertos como platos.
Me gusta esa idea, esta noche quiero volver a ser aquella niña. Os invito a cerrar los ojos y a dejaros mecer, imaginando de nuevo un mundo pequeño y protegido donde no sea necesario tomar decisiones, ni protegerse de las hipocresías o los sarcasmos.
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