
Desde que vivo en Barcelona (ocho años), me he cambiado siete veces de piso. Y pronto iré a por la octava, en cuanto consiga vender la Torre del Homenaje de Gitania. A veces se hace con pánico y otras con ilusión, aún así, la idea de empezar a hacer cajas me pone los pelos como escarpias. Pero es verdad que el desafío, pese a ser agotador, es muy excitante.
Me he sentido muy identificada con este artículo de Valeria Escandón, le deseo toda la suerte del mundo porque siento exactamente lo mismo que ella.Blog de Valeria Escandón
El FIN DE UNA ERA
Este post iba a tener otro título, otro tema y definitivamente otra foto. A raíz de mi cumpleaños la semana pasada había estado pensando acerca de lo que me genera celebrarlo desde que vivo en Londres. Vivo un caos total durante los días previos hasta que el mismo día de la celebración soy feliz y me pregunto porqué me hice tanto rollo. Cada año me pasa lo mismo así que me puse a pensar las razones de porqué no me pasaba esto en Lima. Con todo esto en mi cabeza ayer decido abrir mi Blog y escribir.
Me siento en la computadora, pruebo varios títulos, me quedo con uno y lo escribo. Empiezo a pensar en el inicio del primer párrafo, pero decido ir a la cocina por un té. Me gusta tener un té recién hecho cuando empiezo a escribir algo nuevo; ahora que lo pienso -y lo escribo- me doy cuenta que se ha convertido en una especie de tradición desde que vivo en Londres. En el camino a la cocina me doy cuenta que mi flatmate (chica con la que vivo) está en la sala, así que decido saludarla antes de ir por mi té. Me siento a su costado, me pregunta por mi día y nos ponemos a conversar de cosas generales: trabajo, el clima (¿cuándo, no?) y los planes para el fin de semana. Nos reímos con una historia que le cuento y cambiamos de tema. En un momento nos quedamos calladas mirándonos y ella dice, "Val...I have bad news" (Loka...tengo malas noticias). Me quedé de una sola pieza porque ella nunca tiene malas noticias o en todo caso nunca las anuncia así. Lo primero que se me ocurrió fue que 'nuestro' ratón había vuelto luego de unas largas vacaciones, pero me di cuenta que no podía ser eso porque la única que sufre como -re- Loka con ratones soy yo. Ella nunca adoptaría ese aire solemne por eso, mientras que yo pararía una ciudad entera.
Caí en cuenta de lo que era y sentí que el mundo se me empezaba a venir abajo y arriba al mismo tiempo. Esos largos segundos donde sientes al tiempo efímero y eterno a la vez. Sí que son malas noticias. Las malas noticias nunca aprendieron a ser oportunas. Me tengo que mudar...salir...y encontrar otra casa donde vivir. El departamento donde vivimos las dos es de ella y ahora que su enamorado viene a Londres ella va a dejar de alquilar mi (ex) cuarto para que ellos puedan vivir solos. Mientras ella me explicaba esto yo sentía a mi corazón y a mis nervios latir al unísono. Fijé mi mirada en un puntito naranja de la pared para no chorrearme del sillón. A veces los ojos son brazos, como cuando haces uno o varios giros de danza y fijas tu mirada en un punto para mantener el equilibrio. He pasado en esta casita de paredes blancas dos años maravillosos con una amistad cómplice y enriquecedora y muy pronto esta convivencia pertenecerá al mundo de los recuerdos y de las fotos. Mis ojos cambiaron de color. Ella se dio cuenta de cómo me estaba sintiendo, me abrazó y me dijo, "It's the end of an Era" (Es el fin de una era). Nos quedamos un rato en silencio. Luego, la miré y le dije que era el fin de una Linda Era. Le dije que me daba mucha pena que se acabe, que había sido muy feliz aquí con ella, pero que al mismo tiempo estaba muy feliz por ella y por el gran paso que iba a dar con su chico.
Me dijo que en todos los años que ha vivido en Londres (se mudó a los 17) nunca se había sentido tan 'en casa' conviviendo con alguien. Pensé que mi amistad con ella no pasaría nunca al álbum de los recuerdos.
Aún con el corazón encogido y en shock empezamos a hablar de los trámites, los tiempos y las cosas por hacer. Yo me voy a Lima por Navidad y su enamorado llega el 26 de Diciembre, así que idealmente debería estar dejando la casa en un mes o a los pocos días de mi vuelta de Lima. Luego de hablar de los asuntos prácticos me quedé pegada mirando nuevamente el puntito naranja de la pared, buscando ahora colgarme de él un rato para no pensar o enfrentar lo que se viene. No es sólo dejar esta casita blanca y la convivencia con mi flatmate, sino la sensación de inestabilidad que te da el quedarte -literalmente- sin piso y sin techo, especialmente después de haber pensado y reflexionado sobre este tema a raíz de mi último post 'Camino a Casa'. Qué irónico que tenga que salir hoy nuevamente al frío mundo de la búsqueda de casas, de concertar citas con posibles flatmates y de vivir con completos desconocidos.
Terminé de hablar con mi flatmate sobre el tema y yo estaba con tantas emociones y pensamientos que tuve que parar e irme. Me fui a la cocina, me hice el té que originó esta conversación y volví a mi cuarto donde me esperaba mi fiel Mac con el título del post que estaba a punto de escribir. Sin pensarlo mucho borré el antiguo título y escribí en vez: "El fin de una Era". Me senté en mi cama y me puse a pensar que ahora tenía un té recién hecho, un nuevo título y una realidad completamente diferente a la que tenía hace 20 minutos. Es Londres pensé. Es ser una inmigrante en Londres en realidad.
Cuando estás relajada leyendo el periódico en tu sillón de plumas de tres piezas Londres entra, te levanta del sillón, te sacude cinco veces y te sienta en un silla de madera con tres patas señalándote la sección de "To Do" en el periódico. La cuarta pata de la silla te la tienes que buscar tú sola y mientras tanto tienes que encontrar tu eje para no caerte.
Pienso que haber escrito en mi último post sobre el largo camino que me tomó sentirme en casa y escribir ahora acerca de tener que encontrar otra es tan irónico que parece broma. ¿O, no? Parece una broma con grandes dosis de humor inglés: sarcástica, mordaz, cruda, pero de alguna manera real e inteligente.
Esta va a ser la quinta vez que me mudo en 4 años y de hecho que en situaciones como estas hay un lado mío que pregunta: "¿Y, por qué te sigues poniendo en esta situación? ¿Por qué sigues dejando que Londres te mueva, te cuestione y te encoja el corazón? ¿Por qué te sigues quedando sin casa si tienes en Lima una casa preciosa con papás, hermanos, ahijado y chimenea? ¿Por qué dejas que Londres te arranque de tu sillón de plumas para balancearte en una silla de tres patas? ¿Por qué Londres se siente con el derecho de voltearte la foto 'de cabeza' y hacerte sentir que no estás a donde pensabas que habías llegado? ¿Por qué dejas que te haga esto? ¿Por qué te quedas?
Los que me conocen o los que han leido mis anteriores posts intuyen la respuesta. Me quedo porque estoy Loka. Porque por ahora las cosas que vivo, hago y veo -tanto en la calle como en los escenarios- refuerzan y moldean mi lokura y aprendo mucho. Porque Londres me hace pensar y porque he encontrado grandes amigos que piensan conmigo. Quizás también porque aún tengo muchas preguntas y esta ciudad es buena para curiosas como yo. Estar sentada en una silla de tres patas y lidiar con eso sola y en un idioma que no es el tuyo te vuelve fuerte, vehemente y necia. Te encuentras con tu lokura cara a cara y tienes que dialogar con ella. O escribirle. Te encoje el corazón sí -y duele-, pero el tiempo ayuda a que vuelva a su tamaño original.
Mientras escribo esto pienso que en realidad no es sólo el fin de una era, sino el inicio de otra con nuevas cosas por vivir, nueva gente por conocer y nuevos barrios por descubrir. Quizás estar sentada en esta nueva silla de tres patas me lleve a algún lugar especial al que nunca hubiese llegado si Londres no me hubiera sacudido cinco veces.
Quién sabe, quizás la silla de tres patas me lleve a encontrar un trébol de cuatro hojas.
Dicen que sólo hay un trébol de cuatro hojas por cada 10, 000 tréboles de tres hojas en el mundo. No me sorprendería que, con la cantidad de inmigrantes que vienen a Londres de todas partes del mundo y la tremenda oferta cultural de esta ciudad, varios de éstos tréboles de cuatro hojas hayan decidido venir a probar suerte.
En todo caso, como me dijeron unos amigos a quienes Londres también los acaba de sacudir: una cosa a la vez. Por ahora, a publicar este post porque estoy a punto de ir a la cocina por un té y quién sabe qué nuevo título o realidad me encuentre en el camino.
2 comentarios:
Muchas gracias por toda la suerte del mundo!..Y muchas gracias por compartir mi Blog en el tuyo. Saludos desde Londres!
Gracias a tí, Valeria, por un artículo tan fantástico!!!!
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