martes, 3 de noviembre de 2009

CUANTO MÁS CONOZCO A LAS PERSONAS, MÁS QUIERO A MIS GATOS.

Sabiéndome amante de los animales, alguien me ha contado hoy una historia. No comprendo muy bien el motivo, porque aparentemente, la intención no era amargarme la tarde, pero no acabo de entender cual era la reacción que se esperaba de mí. El relato comienza a partir de un suceso anecdótico: esta mañana una compañera salía de su casa y vio a un viejo darle una patada a un gato que estaba tumbado en su puerta. Hasta aquí bien. No es algo que me guste, me cabrea bastante en realidad, pero podría ser olvidable e inocuo. A partir de aquí viene la parte desagradable, y es la descripción de cómo se quedó el pobre animal tras semejante ataque unilateral y desproporcionado por parte de una bestia veinte veces más grande que él. Me voy a ahorrar los detalles porque no me apetece redistribuír este tipo de mierda por el mundo.

Esto desencadena en mi cerebro una serie de reflexiones acerca de la empatía (la RAE es nuestra amiga):

EMPATÍA
1. f. Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.


Reflx 1: Hay ciertos sujetos que viven de prestado, no aprecian la vida porque no tienen ni puta idea de lo que significa estar vivo y jamás han dado gracias por seguir respirando cuando se despiertan por la mañana. Darle una patada brutal a un pequeño animal indefenso, sentirse plenamente justificado en su acción y continuar con su existencia de mierda sin volver a pensar de nuevo en el suceso es interpretable como un primer estadio de psicopatía. Existe una cosa llamada respeto que va mucho más allá de cederle el paso a una ancianita o no hablar en el cine, y que vendría a ser tomar conciencia de la verdadera posición de uno mismo con respecto a su propio escenario vital. Nos da por culo lo que nos rodea porque nos creemos lo más importante y somos el Teocentro de nuestra salvaje religión del Ego. El doctor recomienda una dosis de empatía intravenosa. No es necesario que te cases con el gato, pero antes de darle la patada, hazte una representación mental de lo doloroso que sería que una bola de demolición te aplastase los riñones. Y si aún así eres incapaz de sentir nada, suicídate, porque al fin y al cabo ya estás muerto. Extrapolemos esta dinámica a cualquier otra situación. Gilipollas.

Reflx 2: Lo dicho, no alcanzo a comprender qué esperaba de mí al contarme tal suceso. Me lo contó porque sabía que adoro a los gatos, pero es que no tiene sentido. ¿Alguien llamó a la policia para denunciar un acto de tortura animal? ¿Alguien intentó coger al gato para saber si estaba en buen estado? ¿Alguien puso en su lugar al sujeto psicópata? Me faltan datos, la historia está incompleta. ¿Por qué? ¿Tal vez porque nadie hizo nada de eso? ¿Entonces no sería más adecuado callarse el altercado, bajar la cabeza e intentar olvidarlo? El gusto por los detalles morbosos... ¿Buscaba mi empatía? lo siento, eso no sería empatía, sería complicidad. "¡Oh, pobre gato!" y a otra cosa, mariposa que mi mundo es de color rosa. Diarios de Patricia, Callejeros y Javier Cárdenas. Comparando la miseria de los otros con la mía descubro que mi vida no es tan repugnante como pensaba. Felicidades, hoy es tu día de suerte.

Me hago misántropa, no sé si por elección propia o por fuerza mayor de la Náusea.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mujer, tanto como misántropa....vale que los odiemos y deseémos sus muertes, de la forma más dolorosa posible, pero de ahí a la misantropía... jejeje. Haberle dicho que tan culpable es el viejo de la patada como la que lo ve y no le llama la atención. Fijo que no te vuelve a hablar. Entonces ganas 2 cosas, quedarte en paz contigo misma y que una idiota deje de tocarte las narices en el curro. Bastante tenemos con trabajar en una mierda de zulo como para encima que nos toquen los cojones buscando nuestro "buen rollo".

Fino.

LANENITA dijo...

Mi reino no es de este mundo. Estoy esperando a que me concedan la green card para el país de los Cucusos y los Petisos. Allí la gente vive entre las flores y to el mundo er güeno.