Acabo de enterarme de rebote de que Mercedes Sosa ha muerto hoy, una verdadera lástima porque era de las últimas grandes voces de la canción protesta de la música latinoamericana, un género que parece que se diluye en esta nueva sociedad que vivimos.
Era de voz dulce, profunda y conmovedora, y aún sin conocer su aspecto físico, al oírla cantar te la imaginabas como una especie de heraldo de la Diosa Madre Tierra, diciendo verdades inmensas que salían del corazón, no de la razón. Y hablaba del amor y de la esencia de las personas, sin neuroticismos propios de grandes ciudades, con la sencillez del sentimiento más visceral, ese que sale del fondo de la tripa.
Escuchar a Mercedes Sosa evoca un bosque solitario, verde y fresco, donde fundirse completamente con la verdadera naturaleza de las cosas, regalando la oportunidad de reconectar con la parte más profunda de uno mismo, la de ser humano. Y alejarse de lo superfluo, olvidarse del mundo de los hipermercados y volver al puesto de tomates del campesino. Significa despojarse de las ropas del asfalto y volver a sentirse uno con la tierra, humano, primitivo, frágil parte de un todo, reconociendo las emociones más profundas y no contaminadas.
Sencillez, verdad y dulzura. Eso era Mercedes Sosa. Nos quedan sus discos y su voz, su hermosa voz de madre para acompañarnos en el camino. Qué gran mujer, gracias por haber estado entre nosotros:
COMO LA CIGARRA
GRACIAS A LA VIDA (esta canción me hace un nudo en la garganta, qué belleza...)
SOLO LE PIDO A DIOS
DUERME NEGRITO
CANCIÓN DE LAS SIMPLES COSAS
TODO CAMBIA
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