Pues no, no siempre. Por supuesto.
Es de cobardes aferrarse a la primera oportunidad por temor a buscar vientos más favorables. Pero desde luego, es de ilusos desear a la Penélope de Serrat. Esperar a que gire la cabeza y nos reconozca en ese banco de la estación, aguardando ese ideal que solo existe en nuestra cabeza, y ver la vida pasar, ignorando todo lo que gira a nuestro alrededor. Indiferentes al jardín que florece a nuestro alrededor.
El estridente color de la ilusión es deslumbrante, pero la escala de grises de la realidad es mucho más práctica. Mal que me pese.
Espero que mi carencia de fe no le resulte molesta a nadie, porque de confianza en el futuro no voy, precisamente, escasa. Pero es que pienso que la fe debería circunscribirse a situaciones muy concretas y es algo demasiado elevado como para abusar de ello. Y no estoy hablando de religión.
¿Optimismo o pesimismo? De nuevo la Diosa de la Escala de Grises: "Realismo Alegre".
La Fe es algo así como el "Deus ex Machina", esa última esperanza a la que se recurre cuando todo parece estar acabado, cuando nada de lo que uno haga puede cambiar la situación, cuando toda posibilidad se te ha escurrido entre los dedos. Entonces ya nada depende de uno mismo, y se espera esa intervención mágica del destino que te salva el culo.
No me gusta que nadie me diga lo que tengo que hacer, ni siquiera el destino. Por eso doy mil vueltas a las cosas, porque quiero tener una puerta trasera siempre abierta. Y una ventana. Y una trampilla, no vaya a ser... Y esa es la confianza. Saber que posees la libertad de poder escoger, y la responsabilidad de hacerlo para escoger el sentido que quieres darle a tu vida.
Entonces sucede algo mágico, descubres que el camino está en tus manos mientras todo se mueve en mil direcciones, las mariposas de la oportunidad revolotean y algunas se posan en tu hombro, hablándote de prometedores senderos. Y tu escoges a una, porque es imposible seguirlas a todas. Y si te quedas quieto admirándolas... tal vez mañana sigan ahí. O tal vez te despiertes y te hayas convertido en Penélope.
Bien, esa es también una elección de vida. Pero es entonces cuando se pierden las oportunidades. ¿Vendrán otras si sigo esperándo? Desde luego. Pero yo no quiero que la vida decida por mí. Yo quiero que juguemos juntas, ¿dónde está la diversión si no se apuesta?
A veces esperando las oportunidades,
no se ven y se tira todo a la marchanta
y vos tan orgullosa nunca me avisaste
que tal vez fuiste mía aquel verano...
Mirando las golondrinas en el cielo,
no se ven otras golondrinas al alcance de la mano
es cuando la estupidez gana por afano
a la suerte que nunca llega si la estamos esperando.
¿Cómo? ,¿cuándo? y ¿Por qué?
son demasiadas preguntas para hacerle al destino
a veces estamos finos y otras veces nada que ver
pues hay que caminar antes de empezar a correr.
La culpa es un invento muy poco generoso,
y el tiempo tremendo invento sabandija,
será que será suficiente con que uno elija,
porque si no la buena fortuna pasa de largo.
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