
Bonita y certera analogía...
¿Han visto alguna vez un yogur vacío? ¿Se han preguntado en la similitud de ese yogur con algunos de nosotros/as? Ustedes pasean entre los pasillos del supermercado, escuchando la deliciosa musiquilla de fondo, y ojeando toooooda la ristra de yogures que están a su disposición. Observan a uno, lo cogen, lo manosean, le dan vueltas y lo vuelven a poner en su sitio. Caminan un par de pasos, y cogen a otro yogur, y repiten la misma operación: lo cogen, lo manosean, le dan vueltas, a este le miran los ingredientes, el envase y lo vuelven a dejar. Vuelven a ir hacia atrás, y cogen a otro yogur que habían visto antes que a ninguno. En este valoran el precio y los ingredientes….Piensan “que yogurt será mejor, cuál le satisfará más, qué beneficios le reportará….y al final escogen a uno. Me da igual cual hayan escogido. El hecho es que lo ponen en su bolsa y se marchan con él a casa. Lo sacan de la bolsa, con cuidado para que no sufra y lo ponen en el mejor lugar de la nevera, para tenerlo a la vista. Después de cenar, de comer, de desayunar, se dirigen a la nevera y ante ustedes tienen a EL YOGUR, piensan en devorarlo, en degustarlo, en disfrutar con él, y para ello lo abren con cuidado. Piensan en la posibilidad de que no se acabe nunca mientras cogen una cuchara. Se disponen a introducir la cuchara con sumo cuidado, como si se tratase de una operación, mientras sus ojos no se separan de ese yogur. Lo cogen con cariño y con fuerza, su estómago ya se está preparando para recibirlo y una sonrisilla aparece en sus labios. De una cariñosa cucharada cogen un pedacito y se lo llevan a la boca. Mientras lo saborean, piensan que ha sido una gran compra, que es el yogur que deseaban, y así van pensando y disfrutando del yogur, con un disfrute prohibitivo, insano casi. De pronto se dan cuenta que ya no hay más yogur. Entonces se levantan, abren la tapa del cubo de la basura, lo lanzan, dejan la cuchara en el fregadero, y se echan un pitillo. ¿Y el yogur? En la basura, olvidado, triste, han disfrutado de él durante un corto tiempo y luego le han olvidado, le han lanzado al cubo de la basura, junto a las cabezas de las gambas, junto al pescado refrito, al lado de las colillas. El yogur ha pasado de estar expuesto en el supermercado, de ser el rey del banquete a pasar el resto de su vida al lado de las colillas y los restos de gambas.
No me digan que no hay una similitud con nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario