Genghis Khan ha vuelto. Iba a hacerle alguna corrección de estilo, pero creo que cada uno describe su mala leche como le da la gana. Muchísimas gracias, colaborador anónimo:
A mis treinta y pocos años creo poder afirmar una cosa, solo una. Y observad que he puesto creo, ya que a mis treinta y pocos años también he visto de todo. Creo poder afirmar que os odio. No es un odio visceral ni cegado por la ira, es más bien un odio sutil, yo lo considero un odio perfumado.
Evidentemente no nos conocemos, sinceramente tampoco tengo ganas ya que os odio, pero sois todos demasiado parecidos. Es muy posible que ni siquiera os preguntéis por qué os odio, y es precisamente ese, uno de los muchos motivos por lo que os odio. De manera perfumada, pero os odio.
Os creéis que vivís solos en el mundo, pensáis que lo más importante es lo que os ocurre a vosotros y solo reaccionáis cuando alguna cosa os sucede a vosotros. Lleváis una vida tan normal, que cualquier cosa que no se parezca a vuestra miserable vida, la detestáis y detestáis a quien la lleve. Y actuáis como siempre, evitando entrar en contacto con todo aquello no os parece “normal”. Vuestras simples vidas no dejarán más huella que una simple historia, tan simple y normal como la del resto de vuestros amigos. Seguro que ahora estáis sonriendo y pensando que no es más que un resentimiento, que si estuviese en vuestra situación también actuaría igual que vosotros. Sois tan simples que ahora mismo os estoy viendo, vuestra actitud de superioridad apesta y aún más apesta vuestra piedad. Queréis apiadaros de mí, de mi vida, de mis pensamientos, de mis actos, y cuando os digo que os podéis meter en el culo vuestra piedad, vuestra misericordia, vuestra falsa amistad, os sentís ofendidos por que no acepto vuestra hipocresía.
Miserables.
Mi opinión acerca de todos vosotros no ha sido formada en un espacio corto de mi vida, llevo años y años pensando lo mismo. Os odio cuando estabais esperando el metro, cuando hacemos cola para entrar al cine. Os odio cuando nos vemos para tomar unas cervezas, os odio cuando nos miramos con lujuria. Os odio cuando os veo por televisión, os odio cuando os digo que os quiero. Os odio cuando os doy un abrazo, os odio cuando os miento y cuando os digo una verdad. Mi odio hacia vosotros es tan profundo, tan largamente larvado, tan fuertemente arraigado, que os odiaré hasta mi muerte, ya que incluso cuando vosotros hayáis muerto, os seguiré odiando, y odiaré todo aquello que hayáis conseguido, todo aquello que hayáis deseado y todo aquello que hayáis amado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario