No deja de maravillarme el efecto de la música en los seres humanos. Debe ser un componente atávico o de memoria genética; de cuando hace millones de años, cuando todavía no éramos homo sapiens, empezábamos a adorar a los dioses de la naturaleza a través de cantos y bailes.
Así, supongo que después de esta larga evolución espiritual y cultural, algún alelo de nuestros genes provoca que al escuchar unas notas de música, nuesta parte primitiva se ponga en marcha. ¡Y de qué manera!
Cada cual demuestra parte de su personalidad a través de sus gustos musicales, a unos Luis Miguel les lleva a su zona sensible profunda, a otros Rage Against the Machine les conecta con su lado de justicia reivindicativa. Y rascando y preguntándose cosas acerca de la música que escuchas, descubres cosas sobre tí mismo.
Pero independientemente de esa autoterapia, nuestro comportamiento ante la música es una reacción tan biologica como alimentarse o reproducirse. Moverse, bailar, gritar y desfogarse. Pura adrenalina.
Escojo como ejemplo a Héroes del Silencio, que han sido y son un movimiento de masas. Este video pertenece a la gira 2007, cuando se reagruparon para hacer una serie de conciertos y los fans estaban que ni se lo creían flotando en un éxtasis de felicidad. Algunos estuvieron en alguno de estos conciertos (Jordi, eres un cabrón)y otros hubieramos deseado estar.
Simplemente viendo el video, me dan ganas de dar saltos por la casa. Imaginaos estar allí, entre miles de personas y la música atronadora metiéndosete en las entrañas. Es una sensación casi mística, miles de almas unidas por no se sabe qué, pero unidas. Al final, la música es una religión. Por eso los Calamaristas decimos que Andrés es Dios, porque lo que sientes dentro es inexplicable, pero te reconcilia absolutamente con el mundo y contigo mismo.
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